sábado, 22 de julio de 2017

Estudios



Ya que esto se va a convertir en una rutina, me gustaría hablar de los estudios. De mi futuro.
Yo tenía las cosas muy claras, quería ser psicóloga. Pero como siempre la vida te jode las cosas, o te las jodes tú misma, y todo cambia.

Estoy estudiando biología.

Y lo más paradójico de todo esto es que me está encantando. No es la carrera de mi vida pero siento que estudiando biología puedo ser mejor persona, me está ayudando a darme cuenta de muchas cosas de mi alrededor y da respuestas a muchas preguntas internas.
No será la carrera de mi vida, pero quiero en mi vida esta carrera.

Aún así, hay a veces que me supera y no encuentro las ganas de seguir esforzándome y me pongo como excusa que esto no es lo que he querido nunca. Y aquí es cuando llega el compararse con otras personas.

No soy una persona inteligente. Y me da risa porque la inteligencia era lo único que consideraba bueno en mi. Pero me he dado cuenta de que no lo soy. No soy esa persona que con poco esfuerzo consigue grandes cosas, no seré la que consiga ninguna cura a los problemas de este enfermo mundo. Y eso me duele.

Soy ambiciosa, mucho. Me he odiado tanto, he odiado tanto mi exterior que solo encontraba consuelo en mi cabeza. Solo me quedaba mi inteligencia para hacer grandes cosas y que la gente me valorase por ello. Duele. Duele darse cuenta que personas inteligentes hay muy pocas y que yo no soy una de ellas, porque soy ambiciosa y a la vez una vaga de mierda. Porque quiero las cosas sin esfuerzo y las quiero bien hechas. Parezco una matona robándole los ejercicios a una empollona.

Me doy vergüenza. Quiero ser la mejor en lo que hago. Y joder lo quiero sencillo. Ingenua de mi que creía que todas las cosas iban a ser así.

Voy a ser la mejor porque me gusta ser ambiciosa, pero voy a trabajar en ello como la que más porque odio ser la matona.

martes, 18 de julio de 2017

Vuelvo a estar aquí.

Es ilógico pero creo que está es mi mejor medicina. También es una tortura releer mis palabras.
Estos días atrás he querido vivir en otra realidad y a día de hoy no sé en qué dimensión estoy.
Miro a mi alrededor y siento que algo no está bien y cuando de verdad vuelvo a mis sentidos lloro y a veces sin sentido.
Siento como que todo gira en mi cabeza, me mareo y no sé en qué punto de mi vida estoy.
Tengo que arreglarlo, sé que tengo que hacerlo.
Yo soy la única respuesta a mis preguntas.
Y maldita sea la hora en que mi mente crítica comenzó a cuestionarse cada segundo de mis días.

Es ilógico, ¿verdad?
Desde este momento necesito volver a la realidad y no a los pensamientos ficticios que mi mente desarrolla cuando se ve en la cuerda floja.
Tengo que vivir.
Y tengo que hacerlo de la mejor manera posible.

Es irónico.

Me imagino realidades alternativas porque hay cosas de mi vida que no quiero afrontar. Soy una cobarde patológica. Pero así soy. Necesito afrontarlo. Tengo que hacerlo. Y ahora es el momento.

Por más que pida ayuda la única que puede ayudarme soy yo misma. Nadie más puede hacerlo. Y mira que lo deseo con todas mis fuerzas, pero es imposible evadirme de lo que realmente tengo que hacer. Me tengo que ayudar y voy a seguir llorando. Y van a seguir doliéndome las cosas. Y van a seguir siendo injustas muchas otras. Pero así es mi vida, ¿no?
Necesito dejar de imaginarme falsas realidades, tengo que vivir con lo que la vida me ha dado.
Esto me recuerda al "bricolaje evolutivo" de paleontología: la selección natural no actúa con todos los diseños posibles, sino con un conjunto de variaciones al azar del legado filogenético.

No podemos tener respuestas a todas nuestras preguntas, a veces las cosas pasan y no tenemos por qué saber el motivo. Las aceptamos, las tragamos aunque se nos haga una bola. Así es como tengo que ver las cosas.

Tengo que aprender muchas cosas aún, pero lo primero que tengo que hacer es afrontar lo que estoy viviendo. Ser consciente de mi vida. No huir.

Después ya veré como afronto los problemas.


domingo, 16 de julio de 2017

Me doy cuenta.

Hoy no me encuentro bien. No sé si es por el tiempo de mierda que hace o por mis nubarrones internos que no terminan de colapsar, pero no me encuentro bien.
Ya he pasado por esto antes, sé qué me pasa. Creo que eso es lo peor de todo.
Y sé qué es lo que se siente cuando las nubes colapsan.

Llega la tormenta.

Y me asfixio.

No entiendo por qué siempre me empeño en no ser feliz. En no afrontar las cosas. En no ponerle nombre a lo que estoy viendo.

Me da miedo decirlo en voz alta. Me da mucho miedo. Todo me da miedo. Y todo esto surge de mi interior. De ese pequeño bastardo que tengo dentro y que solo quiere partirme la caja torácica en dos para poder salir y devorarme.

He visto demasiadas películas.

Pido ayuda a gritos mudos. Ni siquiera soy capaz de volverme a mirar a un espejo. Me ha vuelto el tic de tocarme la barriga cada vez que abro la nevera y voy a comer, el tic que me recuerda lo gorda que estoy. Ayer me dio ansiedad y tuve que sentarme y repetirme que eso pasa, que soy fuerte. Que la ola ya se fue. Hará unas semanas que pensé en meterme los dedos y pensarlo me tranquilizaba. Quería clavarme algo en la piel porque me dolía mucho el pecho. Quemaba respirar. "Es mejor dolor fuera que dentro" eso me solía repetir.

Maldita mente enferma.

Me da miedo este sitio, me da miedo mi interior y ya no sé dónde refugiarme.

Y me da más miedo ver lo que he escrito. Escribir era mi vía de escape y eso significa que estoy en peligro.